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Cada vez oímos hablar más de hombres que optan por asumir el papel pasivo en un juego erótico llamado " Cuckold ". Pero, ¿sabemos realmente qué hay detrás de esta particular fantasía sexual que se está convirtiendo cada vez más en una práctica sexual real para las parejas?
El término "Cuckold" procede de la lengua inglesa, en la que significa literalmente "marido cornudo, traicionado por su mujer", es decir, el caso más tradicional de traición en el que el marido es involuntariamente la víctima. El término, sin embargo, se ha vinculado a la pornografía y, en este caso concreto, a una práctica sexual particular durante la cual el hombre disfruta viendo a su pareja realizar actos sexuales con otro hombre, en la jerga denominado "Bull".
La mayoría de las veces no hay una razón específica que desencadene esta fantasía en las parejas, sino simplemente una serie de factores, como querer romper la rutina o querer probar cosas nuevas en la sexualidad. La mujer, en este juego erótico, deberá por tanto someterse a la voluntad del Bull, obteniendo también de él placer y excitación.
Es una práctica sexual que muchos aún confunden con el intercambio de parejas, aunque el cuckold es algo extremadamente diferente. En esta práctica, de hecho, el hombre sufre y acepta la infidelidad de su pareja, obteniendo placer erótico de esta situación que vive como mero espectador voyeur.
La mujer, en este caso, debe ser plenamente consciente de que puede obtener su propia excitación personal del acto sexual con otro hombre y, por lo tanto, debe estar plenamente convencida de que quiere entregarse a este juego erótico en el que su pareja no participa necesariamente: de hecho, queda a discreción del hombre elegir si quiere entrar en el juego en un segundo momento del coito o permanecer apartado y disfrutar viendo a su pareja manteniendo relaciones sexuales con uno o más hombres al mismo tiempo. Desde el punto de vista de una mujer, tener un marido cuckold y aceptar complacer sexualmente a otra persona mientras su marido la observa es una forma de exhibicionismo.
Para entender esta práctica sexual, es importante comprender los fines psicológicos que subyacen al propio deseo sexual.
En una relación cuckold, son muchas las sensaciones que se pueden experimentar y de las que se obtiene excitación y beneficio. Para entender una práctica tan particular, quizá podamos pensar en la práctica más común de la sumisión: en este caso, aceptar ser traicionado es sinónimo de sumisión total; al cornudo puede resultarle placentero ser un siervo sexual de su pareja y, en algunos casos, también de su amante; además, el hecho de saber que ella puede hacer lo que quiera con respecto al sexo, mientras que él se limita a hacer lo que ella decida, es probablemente el colmo de la sumisión.
Otro factor determinante en esta práctica sexual es sin duda la humillación. Aunque quizá sea complicado entender por qué la humillación puede yuxtaponerse al placer sexual, para los hombres que encuentran en esta sensación un estímulo sexual, ¿qué puede haber más humillante que contemplar impotentes un acto sexual entre su mujer y un desconocido? ¿Qué puede ser más humillante y, por lo tanto, más excitante que ser mandoneado por la mujer mientras mantiene relaciones sexuales de las que se excluye a su pareja? Si entonces la mujer reconoce a su pareja que su amante está más dotado o es capaz de hacerla gozar más de lo que nunca lo hizo, la humillación será completa.
Otras historias eróticas de hombres que introdujeron esta forma diferente de placer en su sexualidad hablan de envidia, miedo, desconocimiento, historias pornográficas que cuentan cómo ellos también estaban lejos de este mundo, pero no pueden explicar por qué se activó este mecanismo en su sexualidad. Un mecanismo que, según quienes lo introdujeron y experimentaron, una vez disparado, no se puede dejar de experimentar.
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